La idea de esto es ver que sensaciones tengo mientras espero el tren que me va a llevar a Hannover, donde me espera un avión que me lleva a Argentina nuevamente. Muchas cosas me pasaron en este último tiempo, y todo con el telón de fondo de estar en Alemania por primera vez en mi vida.

El viaje me generaba muchas expectativas en varios sentidos, pero había uno que lo eclipsaba a todo: buscar el director de doctorado. Acá me estaba jugando el cuello. Sentía que este viaje iba a definir mi futuro. La verdad que me sentía muy presionado. Por suerte ahí apareció el primero de varios milagros en la cadena, y no es otro que recibir un llamado diciendo que había gente que quería que yo trabaje con ellos. Todavía no quiero decir mucho porque el camino hasta la beca va a ser largo, pero sin embargo puedo decir que si las cosas llegan a andar como corresponde, los años inmediatos me tendrán comunicándome principalmente en una lengua distinta al castellano. La verdad que eso me tranquilizó de una forma increíble y me cambió totalmente el panorama. Ahora la idea era venir a disfrutar, los objetivos explícitos del viaje estaban concluidos antes de empezar. Ya me subí al avión ya con una sonrisa en la boca, Alemania me esperaba con brazos abiertos.

Respecto de la parte académica en sí misma voy a ser breve. Me falta. Entendí ideas demasiado generales pero en ninguno de los cursos o conferencias pude tener una imagen cabal de lo que se estaba hablando. A tal punto que en la conferencia estuve mejor que en el workshop porque en la conferencia nadie daba los detalles, pues el que los sabía no los necesitaba y el que no una lástima, no había tiempo. Por eso se me presentó un poco más intuitivo todo allí.
Lo que si me pasó es tener sensaciones nuevas. Una particularmente, y es el hecho de la primicia verdadera. Senti en la vos de los horadores el mensaje: "Esto no lo sabe NADIE; pero NADIE NADIE." Tuve conciencia por primera vez en mi vida que estaba viendo y escuchando cosas que nunca antes habían salido a la luz. Y eso me conmovió, me hace sentir distinto, que se yo... Otra sensación nueva es que los matemáticos no son más que compañeros de clase. Compañeros que se juntan a estudiar, hacen los prácticos, se pelean, se amigan, donde se nota que hay un par a los que le va mejor que al resto, a donde sobresalen los distintos, donde se juega al fútbol o al pingpong en el recreo... Una clase,en la que lo único que falta es un profesor. Ese rol lo cumple la matemática misma, que sola va planteando los ejercicios a resolver.
También me sentí más atrevido. Y ahí ocurrieron los otros dos milagros. El primero es que revisando el diario me encuentro con que Messi había llegado a Alemania. Me pongo a investigar y veo que jugaba la selección argentina contra la alemana, en territorio alemán. Si había cosas que yo quería hacer en este último tiempo era ver a Messi y ver a la selección en general. Saqué cuentas, me daba la plata. Al otro día estaba en el estadio gritando los tres goles y viendo a Messi errar un penal. Un viaje así de imprevisto supuso algunas cosas como por ejemplo encontrarme con Mathias en el tren llegando a Frankfurt. Mathias es un alemán que iba a ver el partido también. Lo encontré en la salida y le pedi indicaciones de como llegar al estadio. Me respondió llevándome al estadio, regalándome dos cervezas, una bufanda de Alemania-Argentina típica de estos estadios y la versión alemana de un choripan. No puedo pedir más. Debe ser por eso que le dicen a estos partidos amistosos.
La otra cuestión en que se puede ver el atrevimiento es en el hecho que el congreso que terminó el viernes, y dado que tenía todo el fin de semana libre podía hacer cualquier cosa. Usualmente hubiese preferido quedarme en el propio Bielefeld, caminando las ya recorridas calles del del Jahnplatz y no mucho más. Sin embargo, sin pensar demasiado dije: "Mañana me voy a Berlin." Dicho y hecho. En particular en este momento estoy en el tren que me lleva de Berlin a Hannover para que me pueda tomar el avión de nuevo a la Argentina.

Y acá estaba yo en la estación pensando que el viaje se había acabado cuando alguien, al verme con la camiseta de la selección de fútbol, me pregunta: "¿Argentino?" Respondo afirmativamente y así conozco a Dario, acordeonista y pseudomanager de la banda Pollerapantalon, que me cuenta de sus experiencias post gira europea de la banda y que, entre dimes y diretes, culmina con una corrida con sus acordeones, comprados en el mercado de pulgas por 40 euros, para que no se le vaya es tren, mientras que yo termino con un CD nuevo a escuchar para conocer una nueva banda. He aquí un link con una canción de ellos. Acá tienen la entrevista a la banda pre-gira.
Y en este momento, a una hora de llegar a Hannover por el atraso de mi tren dejo de escribir esta pequeña reseña aunque lo que me pasó hace un rato me dice que el viaje no se termina hasta que no llegue a Santa Rosa. Veremos que otras sorpresas me depara el destino, por lo pronto me despido.
