22 de agosto de 2012

Lo que me rodeó en la ICRA 2012


La idea de esto es ver que sensaciones tengo mientras espero el tren que me va a llevar a Hannover, donde me espera un avión que me lleva a Argentina nuevamente. Muchas cosas me pasaron en este último tiempo, y todo con el telón de fondo de estar en Alemania por primera vez en mi vida.

Por empezar, el sólo hecho del viaje es tremendo. Volar todo el atlántico y encontrarme por primera vez en mi vida en un país no hispano parlante. Ni siquiera angloparlante o francoparlante, donde puedo llegar a tener alguna que otra herramienta más. Al principio fue difícil, aunque atenuado porque estaba en un ambiente que hablaba en inglés y en español, igual se sintió. Sin embargo por la sola costumbre el oído se me fue afinando y alguna palabra ya caso.


El viaje me generaba muchas expectativas en varios sentidos, pero había uno que lo eclipsaba a todo: buscar el director de doctorado. Acá me estaba jugando el cuello. Sentía que este viaje iba a definir mi futuro. La verdad que me sentía muy presionado. Por suerte ahí apareció el primero de varios milagros en la cadena, y no es otro que recibir un llamado diciendo que había gente que quería que yo trabaje con ellos. Todavía no quiero decir mucho porque el camino hasta la beca va a ser largo, pero sin embargo puedo decir que si las cosas llegan a andar como corresponde, los años inmediatos me tendrán comunicándome principalmente en una lengua distinta al castellano. La verdad que eso me tranquilizó de una forma increíble y me cambió totalmente el panorama. Ahora la idea era venir a disfrutar, los objetivos explícitos del viaje estaban concluidos antes de empezar. Ya me subí al avión ya con una sonrisa en la boca, Alemania me esperaba con brazos abiertos.



Después de un camino largo en el recorrido, llegué a Bielefeld. Me dormí como y donde estaba y al otro día empezó el workshop. Me encontré con uno de estos amigos que la matemática me ha dado, Gustavo. La verdad que me hizo muy bien verlo y también en las charlas que tuvimos pude aclarar ciertas cosas que había pensado y también se me abrieron interrogantes que no tenía pero que era tiempo que me los haga. Él además me presentó a un grupo de mexicanos muy amenos, que se abrieron de par en par y me ayudaron mucho más de lo que se imaginan con el hecho de la soledad que implicaba mi primer viaje sin compañeros de camino. A todos muchas gracias.

Respecto de la parte académica en sí misma voy a ser breve. Me falta. Entendí ideas demasiado generales pero en ninguno de los cursos o conferencias pude tener una imagen cabal de lo que se estaba hablando. A tal punto que en la conferencia estuve mejor que en el workshop porque en la conferencia nadie daba los detalles, pues el que los sabía no los necesitaba y el que no una lástima, no había tiempo. Por eso se me presentó un poco más intuitivo todo allí.



Lo que si me pasó es tener sensaciones nuevas. Una particularmente, y es el hecho de la primicia verdadera. Senti en la vos de los horadores el mensaje: "Esto no lo sabe NADIE; pero NADIE NADIE." Tuve conciencia por primera vez en mi vida que estaba viendo y escuchando cosas que nunca antes habían salido a la luz. Y eso me conmovió, me hace sentir distinto, que se yo... Otra sensación nueva es que los matemáticos no son más que compañeros de clase. Compañeros que se juntan a estudiar, hacen los prácticos, se pelean, se amigan, donde se nota que hay un par a los que le va mejor que al resto, a donde sobresalen los distintos, donde se juega al fútbol o al pingpong en el recreo... Una clase,en la que lo único que falta es un profesor. Ese rol lo cumple la matemática misma, que sola va planteando los ejercicios a resolver.




También me sentí más atrevido. Y ahí ocurrieron los otros dos milagros. El primero es que revisando el diario me encuentro con que Messi había llegado a Alemania. Me pongo a investigar y veo que jugaba la selección argentina contra la alemana, en territorio alemán. Si había cosas que yo quería hacer en este último tiempo era ver a Messi y ver a la selección en general. Saqué cuentas, me daba la plata. Al otro día estaba en el estadio gritando los tres goles y viendo a Messi errar un penal. Un viaje así de imprevisto supuso algunas cosas como por ejemplo encontrarme con Mathias en el tren llegando a Frankfurt. Mathias es un alemán que iba a ver el partido también. Lo encontré en la salida y le pedi indicaciones de como llegar al estadio. Me respondió llevándome al estadio, regalándome dos cervezas, una bufanda de Alemania-Argentina típica de estos estadios y la versión alemana de un choripan. No puedo pedir más. Debe ser por eso que le dicen a estos partidos amistosos.




La otra cuestión en que se puede ver el atrevimiento es en el hecho que el congreso que terminó el viernes, y dado que tenía todo el fin de semana libre podía hacer cualquier cosa. Usualmente hubiese preferido quedarme en el propio Bielefeld, caminando las ya recorridas calles del del Jahnplatz y no mucho más. Sin embargo, sin pensar demasiado dije: "Mañana me voy a Berlin." Dicho y hecho. En particular en este momento estoy en el tren que me lleva de Berlin a Hannover para que me pueda tomar el avión de nuevo a la Argentina.

Berlin es increíble. No es comparable a ninguna otra ciudad que haya conocido hasta este momento. Se respira la historia. Cualquier lugar donde pisas, cualquier ladrillo que tocás, cada columna que ves y cada melodía que escuchas tiene mucho que decirte. Dos días estuve acá y no hice nada. Debo haber caminado más que nunca en mi vida, pero es claro que no conocí ni una ínfima parte de todo lo que es. También se nota en la gente, donde todos tienen preocupaciones que van mucho más allá de lo cotidiano, y por ende una forma de pensar y ver las cosas muy distinta. Es una ciudad tremendamente cosmopolita, creo que en el lapso de dos horas pude reconocer que había gente hablando en al menos 7 lenguas distintas. Es un mundo en sí misma. Te permite ver cosas increíbles. Cuadros de Monet, Schinkel; esculturas de Müller; columnas del partenon griego; guardas en mármol con un nivel de detalle impresionante; una colección de cultura egipcia, donde se ven sarcófagos y estatuas, armas y herramientas, frescos y papiros, en resumen todo. Incluso el busto original de Nefertiti. Una ciudad que si vas desprevenido omitís un paredon, pero que no es otro que el famoso Muro de Berlin, con toda su historia. Donde se encuentra la Puerta de Bradenburgo, lugar donde Hitler hizo desfilar a sus tropas, con lo que eso conlleva. Puerta cercana y antesala del Reichstag, que se ubica en el borde del Tiergarten un jardín boscoso enorme dentro de una ciudad como esta. De hecho si uno lo recorre a este bosque, en las parte más espesas entiende lo poco que hace falta imaginarse para ver hadas y duendes correteando. Que además tiene en el centro, cual Buenos Aires y su obelisco, a la Siegessäule, un monumento a la victoria. Eso y demasiado más.  Esto es lo que vi en una frenética carrera para ver algo, quedándome muchísimo afuera. Definitivamente esta no va a ser mi última vez en Berlin. Como me es imposible elegir sólo dos fotos, acá tienen un pequeño álbum.

Y acá estaba yo en la estación pensando que el viaje se había acabado cuando alguien, al verme con la camiseta de la selección de fútbol, me pregunta: "¿Argentino?" Respondo afirmativamente y así conozco a Dario, acordeonista y pseudomanager de la banda Pollerapantalon, que me cuenta de sus experiencias post gira europea de la banda y que, entre dimes y diretes, culmina con una corrida con sus acordeones, comprados en el mercado de pulgas por 40 euros, para que no se le vaya es tren, mientras que yo termino con un CD nuevo a escuchar para conocer una nueva banda. He aquí un link con una canción de ellos. Acá tienen la entrevista a la banda pre-gira.

Y en este momento, a una hora de llegar a Hannover por el atraso de mi tren dejo de escribir esta pequeña reseña aunque lo que me pasó hace un rato me dice que el viaje no se termina hasta que no llegue a Santa Rosa. Veremos que otras sorpresas me depara el destino, por lo pronto me despido.

PD: Como este viaje no se terminó al salir de Alemania, en un bar cualquiera del gran Buenos Aires me topo con mi última sorpresa: cruzarme con el "Pipo" Gorosito.



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