27 de septiembre de 2008

Lluvia

Que paz que da la lluvia!

Pero no esas lluvias pesadas y apremiantes que te empapan a los 20 metros de haber dejado la puerta de tu casa, sino esas finas lluvias que además de humedecer levemente tu ropa, penetran a través de tu piel y lavan tu corazón de todas las impurezas e inquietudes que te vienen apremiando desde hace mucho tiempo.

Me encanta la lluvia... No hay nada que hacerle. Pero no me refiero al fenómeno físico que se describe como: "la caída de agua al estado líquido desde un punto a gran altura hacia la superficie terrestre". No. Me refiero a el ambiente cuando llueve. A mi debajo de la lluvia, caminando lentamente por cuadras y cuadras de casas bajas, con lindas plantas, viendo aparecer ante mi una plaza que no había visto nunca, comiendo chocolate, escuchando pájaros, y sobretodo viendo.

Lo que me acaba de pasar es hermoso. Salí de casa con la única intención de comprarme un helado. Que sé yo, se me había antojado un helado en un no muy frío día de lluvia. Fui hasta el kiosco a media cuadra de casa y por una de esas casualidades de la vida, estaba cerrado. Decidí entonces que con las ganas no me iba a quedar y fui hacia otro que está diametralmente opuesto al de recién respecto de mi departamento, y al que no voy muy seguido porque queda "para atrás" si es que cabe la expresión. Es que la salida que tengo da hacia un lado y el centro, la parada del colectivo y todas las cosas que generalmente hago en el mismo sentido. Bueno cuando estaba llendo empecé a sentir una frescura particular a mi alrededor y la somnolencia que me había abordado después de comer me empezaba a abandonar. Eso me dio ese "no sé que" que me da siempre la lluvia y me dí cuenta que en realidad yo no conocía la "parte de atrás" del barrio.

Mientras pensaba en todo pero en nada en particular caí en la cuenta que el kiosco al que iba había quedado cuatro cuadras antes, que estaba cerrado y que el chocolate que estaba paladeando lo había comprado en otro local distinto.

Pero de todas formas observaba, grandes racimos de pequeños frutos rojos, un púrpura perfecto de las hojas de las plantas santa rita, hojas de todas las formas y tamaños con un verde que invadía todo lo que uno podía llegar a imaginar y de repente, al medio de la ciudad un gran predio sin edificar, con un par de arcos de fútbol, unas hamacas y un par de cosas por el estilo. Y sin querer estaba pensando en Los Antiguos y a la vez en Tandil.

En Los Antiguos porque por un instante creí llegar a casa, porque aunque el paisaje es totalmente distinto, tuve la sensación de entrar en el portón azul de la chacra para llegar en pocos metros a comer tortas fritas en la mesa que hizo Don Juan al costado del fogón de ladrillos con un par de troncos de cerezo y alguno de álamo ardiendo a todo vapor. Pero cuando se fue esa ilusión no me sentí mal ni mucho menos. Sentí que eso es una de las pocas cosas que tengo y que llegado el caso nadie, pero nadie me va a poder sacar.

Y otros de esos momentos y recuerdos me llevaban a Tandil. Ambos en días muy parecidos a este. El primero de ellos era uno de los primeros días después del ingreso, un gris martes sin cursada y en la ventana más grande de mi departamento golpeaba suavemente la lluvia, así que en vez de ver programas de televisión sin sentido decidí mudar el colchón desde la cama hasta ponerlo en primera fila ante ese maravilloso espectáculo, el cual me acurrucó cantándome el "pío pío" como lo hacían mis papás cuando era chico.

El otro momento fue un tanto distinto, ya que en vez de quedarme en casa esperando protección de algo o alguien, quise ir a encontrarme con la soledad en los empedrados del centro y terminé con su prima tranquilidad mientras leía noticias que hoy no recuerdo en Clarín mientras tomaba un submarino en Liverpool Pub.

Creo que por eso me gusta la lluvia, no se porque más. La sensación de calma, paz y protección que me genera es algo que es casi imposible de describir. Y espero algún día hacerlo acabadamente, pero por ahora esto es lo que tengo.

Suerte, nos vemos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

saludos
a mi tambien me gusta mucho la lluvia
tiene algo que calma, tranquiliza y se siente bonito el ambiente

byE

cuidate muchote

gracias por la visita