13 de mayo de 2008

Paz y Matemática

Es hermosa la sensación de paz interna. La real conciencia del deber cumplido. El enfrentarte un desafío más que obstáculo y salir airoso de él. El creer en una virtud y sentir que realmente estás en lo cierto. El sentimiento de ser invencible, que por una vez en tu vida todo lo que hiciste lo hiciste bien, sin importar de que ángulo sea visto y sin esperar el veredicto ajeno. El ver que aunque se estuvo en un momento de aprietos, se tuvo la suficiente capacidad como para sentirte aún más a gusto en el momento porque sabés que la llegada va a ser dulce. De que no importa cuanto hayas hecho en el pasado, lo único es lo que hagas en ese momento crucial y eso se exponga ante cualquiera.
Esperando el momento en que juzguen mi accionar, me siento lleno y relajado. Aquel utópico césped nevado, tal vez sea una simple distracción mental hasta que llegan momentos como este. Momentos que tal vez encubran otras grandes deficiencias pero que te dan razón para vivir, para seguir luchando aunque el camino sea duro.
Todo esto me lo dio un pequeño parcial de Geometría, única materia de la Licenciatura en Matemática que hoy por hoy estoy cursando. Me devolvió aquella auto confianza que yo creía perdida. Esa identidad, esa esencia mía que tantas veces me rescató de tantas cosas y que hoy vuelve para sacarme de esta llanura y me hace querer tener de vuelta aquellos viajes por todos los valles y picos de mi imaginación.
La matemática, compañera infalible de largas noches de insomnio donde no se busca más que poder sentir aquel chasquido interior que te dice que ya tenés la respuesta, sin importar cuál sea en particular y sin siquiera conocer los pormenores de se viaje, sino simplemente trazar la ruta para que si quiere algún otro la siga. Es más tratando que cualquiera pueda trazar una ruta si las condiciones geográficas son parecidas en base a unas pocas reglas trazadas por uno mismo, y mientras menos importe la geografía, tanto mejor, total esto es matemática.
Hoy por hoy la agronomía ocupa gran parte de mi vida, y para hacer honor a la verdad es una muy buena amiga. Pero no pasa de ahí. Es sólo una amiga, en cambio la matemática, la reina de las ciencias, es quién siempre me ofrece su hombro en los momentos de llanto y comparte mi alegría en los momentos de felicidad, porque la matemática es y será mi eterna novia.
Lo sé porque una vez me faltó, y la verdad que lo sufrí. Y así como se extrañan las cosas cuando no las tienes, más un se aferra a ellas en el momento del reencuentro. Por eso hoy cuando realmente la volví a encontrar es que me pongo como testigo de mí mismo de la declaración de unión eterna con ella.
Y así termina esta declaración de amor incondicional y eterno.

1 comentario:

Mai dijo...

Me encantó esta entrada porque te entiendo...
Qué ñoños somos ¿no?
Tal vez no se deba a la matemática en sí (o tal vez sí, la verdad es que no estoy segura), sino a que es algo seguro, confiable, que nos da certezas, que no cambia con el tiempo, que siempre está ahí para nosotros cuando queremos despejar la mente las tribulaciones de la vida.
Ella está ahí y se deja hacer.
Se deja descubrir y no dice nada.
Bueno, sí, a veces dice "te estás equivocando" (a mí me lo dice mucho más a menudo que a vos :P).
La cosa es que, volvemos a ella después de todo, porque nos remite a un terreno confiable y seguro, en el que si arriesgás, sabés que vas a ganar.

(Increíble, complicada tenía que ser la verificación de la palabra para escribir en tu blog ¬¬)